TIEMPO DE REFLEXIÓN...


¿Cuánto pesa un kilo?
    Un excelente amigo tuvo a bien compartir conmigo este ejemplo: “Si yo te propusiera trasladar un bulto de 50 kilogramos de cemento a una distancia de 4 kilómetros tu solo (a) y sin ayuda. ¿Cuánto tiempo crees que necesitarías para culminar esa tarea?
    Antes de contestar, medita fríamente tu respuesta y considera el ejemplo como una realidad, “solo con tu fuerza física, y sin ningún tipo de ayuda… 50kg a 4 kilómetros”.
-¿50 minutos?, ¿40?, ¿tal vez 25?
     Ahora permíteme ser un poco agresivo: ¿Qué tal si tu hijo o sobrino, que tiene un peso corporal de 50 kilos exactamente estuviera en medio de una emergencia médica de la que dependiera su vida?, y a 4 kilómetros de distancia se ubicara el hospital que le puede salvar… ¿cuánto tiempo te llevaría trasladarlo hasta ahí si es que no contaras más que con tu fuerza física y sin ningún tipo de ayuda.
     El tiempo cambia ¿verdad?, ¿será que el “kilo del niño” es menos pesado que “el kilo de cemento”?... Por supuesto que no, la diferencia la hace la MOTIVACIÓN.
     Motivación no es euforia. Motivación no es sobre estimulación. No se trata de salir de casa gritándonos porras en el espejo (aunque también ayuda), ni de las vociferaciones que se logran en el aula cuando se estimula energéticamente a un auditorio.

     Motivación implica definir cuáles son tus motivos de acción, que es lo que hace que hagas lo que tienes que hacer, para que lo hagas y para quién lo haces. Así como en el ejemplo de los 50 kilos. Todos los días tienes que hacer tu trabajo, y tienes que hacerlo bien, ya sea que seas un directivo, funcionario, ejecutivo, vendedor, profesional, ama de casa, obrero, estudiante, artista o lo que sea… las tareas cotidianas no esperan, simplemente hay que hacer lo que hay que hacer… qué tanto te pesen, qué tan fácil o difícil te parezcan, que tan bien los ejecutes y que tan buenos sean los resultados que obtengas, dependerá, sin lugar a dudas, de si, previamente has tomado unos minutos para reflexionar cuáles son tus motivos para hacerlo.
Cuando en mis conferencias pido: “Levante la mano aquel que trabaje por dinero” inequívocamente más del 90% del auditorio levanta la mano, y entonces les aclaro: “No es verdad, NO TRABAJAMOS POR DINERO, trabajamos por aquello para lo que el dinero sirve, para lo que se puede hacer con él: el colegio de los niños, la manutención, la casa o el auto, el estilo y calidad de vida que ofrecemos a nuestras familias y, por supuesto, la realización de sueños más sublimes.
Las ganas no alcanzan, ¿qué te mueve a actuar?, ¿para quién? ¿Cuánto pesan y cuáles son tus “kilos de niño”?
Piensa, reflexiona… y actúa.
Helios Herrera

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante